Los Jóvenes en Venezuela 

Por Carlos Galvis.Diciembre 1, 2025

Al referirse a la crisis venezolana, a menudo se piensa en la escasez de alimentos o la hiperinflación. Pero para un joven, la crisis se manifiesta como la pérdida de una etapa muy valiosa para el desarrollo de cualquier ser humano, y esto es un daño irreparable. 

Crecer en Venezuela durante los últimos años ha sido vivir en una constante precariedad; y no solo económica, es la carencia de servicios y bienes básicos: No hay insumos médicos, no hay transporte público funcional, no hay seguridad en las calles, y a menudo, no hay electricidad ni agua. Para un joven, esto significa que el simple acto de vivir y estudiar se convierta en un dilema que lleva a muchos a preguntarse ¿De qué sirve graduarse con honores de una universidad si el salario profesional no alcanza para comprar ni siquiera los materiales básicos para ejercer tu carrera? Muchos jóvenes han visto cómo sus títulos son inútiles ante la realidad del país, forzándolos a trabajos informales que no corresponden al esfuerzo realizado para conseguir su título universitario.  

La juventud venezolana ha sido privada de la posibilidad de progresar, superarse y salir adelante. En lugar de ir hacia arriba, la mayoría se ha visto empujada hacia una constante lucha por la supervivencia que consume toda la energía que debería estar dedicada a la creación, la innovación y la realización personal. Por otro lado, el acceso a medios de comunicación independientes es limitado. Esto crea una peligrosa burbuja de desinformación donde la realidad de la escasez y la corrupción es negada, y cualquier voz disidente es etiquetada como traidora o terrorista. Se busca socavar la capacidad de pensamiento crítico, herramienta fundamental de un ciudadano libre.

Los jóvenes venezolanos han estado en la primera línea de la protesta pacífica en momentos cruciales de la historia reciente del país: 2014, 2017, 2019, y 2024.  En cada uno de estos momentos, han sido los estudiantes y los jóvenes activistas quienes han salido a las calles a exigir un cambio político. Y ha sido precisamente el régimen quien con mano de hierro ha reprimido, torturado e incluso asesinado a jóvenes por el simple hecho de exigir un futuro mejor, y cívicamente manifestarse en contra de un modelo político que ha fracasado. 

La verdad es que cuando un país no ofrece un futuro a sus jóvenes, estos se ven obligados a buscarlo en el extranjero; y en efecto, la diáspora venezolana es una de las mayores crisis migratorias del mundo, y la inmensa mayoría de los inmigrantes venezolanos son jóvenes en edad productiva. Ser inmigrante no es una aventura, significa dejar atrás a la familia y a los amigos y a empezar de cero una vida en un nuevo país prácticamente desconocido. 

La realidad no puede ser ocultada por más tiempo, debe ser contada más allá de los titulares de medios convencionales; en una nueva Venezuela se deben evaluar también cómo ayudar a los jóvenes a recuperar la esperanza de nuevas oportunidades y ofrecerles los medios para poder surgir y hacer un país próspero y sólido.